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Juan David Escobar Valencia                          

Un ejemplo de la eficacia de la “siesta intermitente” podría ser el pingüino de barbijo, quien empolla más de 30 días sus huevos, con vecinos a menos de 1 metro.

Está de moda para bajar de peso la llamada “dieta intermitente”, que no he probado y no probaré. Tengo dudas si sea buena idea ayunar tanto y tan seguido, pero no pondré en duda otras bondades del ayuno pues, a excepción de la Iglesia Maradonista, con un Dios gordo y drogadicto, todas las religiones consideran al ayuno como una práctica habitual, especialmente el islam que lo tiene como uno de sus 5 pilares.

Pero si me ponen a escoger entre no ser gordo comiendo poco, o no ser estúpido por dormir mucho, yo elijo lo segundo y por eso no madrugo a trotar. Detesto las películas de zombis, pero por lo poco que he visto no hay casi zombis gordos, pero eso sí, idiotas, ¡todos! Los zombis deben aguantar mucha hambre y supongo que no tengan colesterol alto ni mucha celulitis, pero lo peor es que no creo que duerman mucho porque ese caminado que tienen de imbéciles solo puede ser resultado de no dormir.

Un estudio publicado en 2021 en The Quarterly Journal of Economics, titulado “Las consecuencias económicas del aumento del sueño entre los pobres de las zonas urbanas” sugiere que no era cierto como predecían los “expertos” que aumentar las horas de sueño en la noche, que no es lo mismo que horas en la cama, aumenta necesariamente la cognición, productividad, toma de decisiones y bienestar. Lo que sí produjo buenos resultados en estos aspectos fueron las siestas cortas, en plural, por la tarde y en el lugar del trabajo.

Un ejemplo de la eficacia de la “siesta intermitente” podría ser el pingüino de barbijo quien empolla más de 30 días sus huevos, con vecinos a menos de 1 metro de distancia, en un ambiente tremendamente bullicioso, pues son los pingüinos más ruidosos de todos, y sin poder quedarse dormido mucho rato para no ser presa de algún depredador. Un estudio publicado en noviembre del año anterior en la revista Science mostró que mientras anidan, los pingüinos de barbijo hacen 10.000 siesticas al día de solo cuatro segundos cada una, sumando más de 11 horas de sueño.

Con todas estas evidencias sobre las ventajas de las siestas intermitentes, insisten en seguir diseñando oficinas de trabajo abiertas, sin divisiones o bien bajitas, con el cuentazo que eso, dizque aumenta el “trabajo en equipo”. ¡Pendejas! Eso lo único que logra es que se mezcle y aumente el ruido de más gente y se atente contra la concentración. ¿Acaso no ha querido que a ese compañero de oficina que habla por teléfono, como si estuviera en un taller de reparaciones de turbinas de avión, le pasara accidentalmente “algo”? Lo

que se necesita son cubículos insonorizados, altos y opacos que te den privacidad para echarte unas “siestecitas intermitentes” sin temor y vergüenza a que se den cuenta los otros y los corroa la envidia. Las cosas se hacen bien o no se hacen. Por algo dirá el viejo refrán que: “No dormir mucho por haber sesteado, no es mal de cuidado”.

24 de junio de 2024.

Publicado en Columnistas Regionales

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