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José Félix Lafaurie R.

Colombia recibió con alegría la liberación de “Mane” Díaz, alegría que compartimos en la delegación gubernamental para las negociaciones con el ELN, pero que no puede alejarnos de la ignominia del secuestro, la cínica pretensión de justificarlo como necesaria financiación, la actitud escurridiza para debatir el tema y atender el clamor de liberación de todos los “retenidos”.

Pensando en ellos, reitero que no puede haber estratificación de víctimas por su condición social, económica o por perpetrador; convicción que orientó nuestro esfuerzo por visibilizar a las víctimas ganaderas con el programa Acabar con el Olvido, de la Fundación Colombia Ganadera, FUNDAGAN, porque ninguna víctima lo es menos o más que las demás.

Así las cosas, liberado “Mane Díaz”, la pregunta es: ¿Y los demás?

Frente a los demás, la delegación gubernamental declaró que “exige desde ya, y exigirá en la próxima reunión con la delegación del ELN, que cada una de las personas que esta organización tiene en cautiverio sea liberada en condiciones de seguridad y dignidad de manera inmediata”.

Frente a los demás, las Fuerza Pública debe continuar su búsqueda, con la misma intensidad desplegada para presionar la entrega de “Mane” Díaz; y el país y los medios principalmente, deben convertir a esas víctimas en protagonistas diarios, porque la indiferencia y el olvido son cómplices silenciosos del secuestro.

Frente a los demás, los también “retenidos” por las tales disidencias, el Gobierno tendrá que decidir hasta cuándo el reconocimiento político y los intentos burlados de negociación, hasta cuándo las declaraciones de voluntad de paz, mientras asesinan, extorsionan, secuestran y afirman cínicamente que “No somos productores ni consumidores de drogas…”.

En cuanto a la paz con el ELN, es un proceso en el que vale la pena persistir, pero necesita un fuerte apoyo ciudadano, que se pierde con torpezas como el secuestro de “Mane” Díaz, el anuncio simultáneo de otro paro armado y, en general, los hostigamientos contra la población, “la lógica del terror”, con los cuales el diálogo no será sostenible y tampoco habrá participación ni paz posible.

En suma, lo que se debe llevar a la mesa de diálogos, no es solo el secuestro, pues el del papá de “Lucho” abrió una herida y exaltó los ánimos, y porque la delegación gubernamental sentenció que “ha llegado el momento de tomar decisiones que eliminen el secuestro”. Lo que Colombia necesita saber es si el ELN se visualiza en el fin del conflicto, la entrega de armas, la reinserción; en fin, si tiene “voluntad de paz” en el corto plazo, porque el país tampoco cree en el cuento de que “los tiempos de la guerrilla son diferentes”.

El tiempo de la paz es el de todos los colombianos, porque, en últimas, somos “los demás”, víctimas de mil violencias, que no hemos vivido un día de paz por generaciones.

Los tiempos… también se acaban. El ELN tiene la palabra.

@jflafaurie

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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