Viendo cómo un delincuente de la catadura de Gustavo Petro cabalga hacia la Primera Magistratura sin mayor tropiezo —por lo menos de acuerdo con las encuestas y las encuestadoras en que siempre hemos creído—, es indefectible preguntarse por qué un caudal tan amplio de colombianos confía en las propuestas de este individuo a pesar de ser las mismas ideas que solo han producido miseria en países como Cuba o Venezuela.
Para empezar, hay que reconocer que Petro es un sujeto supremamente inteligente y calculador; no por hacer propuestas poco ortodoxas en materia económica se puede concluir que sea pésimo economista o que no haya aprendido nada de la carrera que dice haber cursado. Una cosa es la economía de manual y otra, muy distinta, la que le sirve a Petro para alcanzar sus oscuros propósitos. Extrapolando el asunto a la nación vecina, no es que Maduro haya cometido muchas torpezas dada su formación y experiencia como chofer de buseta, sino que ha tomado las decisiones necesarias —esas sí de manual— para instaurar en Venezuela un régimen totalitario de economía centralizada que solemos llamar «comunismo».
Para nuestro infortunio, el hábil populista Petro conoce muy bien el alma de los colombianos y sabe muy bien qué propuestas hacer para ganar adeptos, como se deduce de la última columna de José Alvear Sanín titulada «Irresponsables... pero de eficacia electoral» (Periódico Debate, 08/11/2021).
Por ejemplo, no es difícil darse cuenta de que millones de colombianos son arrendatarios de vivienda (viven en casa alquilada), y todos sueñan, sin importar el estrato, con una rebaja sustancial del arriendo que se convierta en una especie de aumento de sueldo como sugiere Petro, o un incremento de la capacidad adquisitiva. Y es una propuesta que se asienta sobre la falsa creencia de que los arrendadores son personas ricas y explotadoras, por lo que se haría justicia reduciendo sus ingresos, cuando en realidad hay muchos pobres que subsisten de la renta de un garaje o una pieza y clases medias cuyo único ingreso familiar es el arriendo de un inmueble. Aun así, se trata de una propuesta que le reportará miles de votos a Petro, y todas las demás son por el estilo.
El candidato Petro sabe que el sentido de justicia de los colombianos es bien peculiar, y lo explota. Sabe que la mayoría cree que los demás deben hacer mayores sacrificios a favor de los desposeídos, pero no ellos mismos. Esa gran mayoría les quiere achacar toda la carga a los llamados «ricos», sin entender que arruinar a un rico es destruir empresas y empleos multiplicando la pobreza. Pero es una idea que vende y que tiene múltiples ropajes. Difícil sería hallar a alguien que no consienta expropiar a los mayores «terratenientes» con la finalidad de hacer una reforma agraria, máxime si está envenenado con ese cuento de que el 1 por ciento más rico posee el 81 por ciento de la tierra, cuando la verdad es que solo los resguardos indígenas son dueños del 30,1 por ciento de la tierra en Colombia.
También creen justo los colombianos que las ganancias de las empresas sean compartidas entre empresarios y trabajadores. Y, como no, Petro propone que así sea. Otra idea que le reportará miles de votos porque la ignorancia es atrevida y lleva a la gente a convencerse de que los ricos son meros explotadores que se la ganan toda y fácil. Pero desconocen que casi todas las empresas exitosas reparten utilidades a través de mejores salarios, de diversas ayudas para las familias de sus colaboradores, de participación en obras sociales en las comunidades a las que pertenecen y muchas otras formas. Sin embargo, decirle a una empresa cómo debe repartir sus utilidades, en un ejercicio de redistribución, no es más que un acto expropiatorio que disminuye la confianza para arriesgar el capital. Pero es una idea que vende.
¿Y qué tal lo de prender la maquinita de imprimir billetes y mandarles a los colombianos pobres un chequecito? Esa es una idea que ya tiene a muchos haciendo fila en los puestos de votación. Y no hay duda de que Petro cumplirá todas estas promesas porque tienen un doble filo: por un lado, producen votos que da miedo y, por el otro, constituyen el recetario perfecto para aniquilar la economía y llevarnos a todos a la miseria para volvernos dependientes de un gobierno eterno.
@SaulHernandezB