Como tal, Bogotá solamente cuenta con tres salidas para el norte: la carrera 7ma, la autopista norte y la conejera hacia Cota. De estas, la séptima apenas está iniciando el proceso licitatorio para crear la doble calzada desde la 200 hasta la 245 y la conejera es una calle absolutamente angosta que sufre una congestión desproporcionada y no ofrece soluciones reales de movilidad, por lo cual la autopista es la única vía que puede soportar carros particulares, transporte de carga y de pasajeros.
Frente a esta última, aunque se tiene presupuestada su ampliación de 3 a 5 carriles entre la 192 y la 245, licitación que valga decir avanza a paso de tortuga, lo cierto es que no va a dar abasto en el mediano y largo plazo para responder a la demanda de vehículos que transitan a diario entre Bogotá y los municipios aledaños.
En especial, teniendo en cuenta que de 2005 a 2019 los habitantes de la Sabana aumentaron en un 38.3%, cifra muy por encima del 8.4% que se registró en la capital, lo que evidencia que lugares como Chía, Cajicá, Sopó, Tabio, Tenjo o Cota se están convirtiendo en un nuevo eje poblacional y económico de la región que no puede quedar desconectado de Bogotá.
De hecho, si se mantienen las proyecciones actuales, a esos sitios se terminaría trasladando buena parte del músculo industrial y comercial que hoy en día padece la inseguridad y la asfixia tributaria de la capital.
Por eso es tan necesaria la construcción de la ALO Norte. No solamente para que el tráfico de carga transite por allí sin que se vea obligado a demorarse de 2 a 3 horas desde Soacha hasta Chía, aspecto que incrementa innecesariamente los costos de producción de las empresas, sino también para que exista un corredor vial paralelo a la autopista que conecte de manera rápida a la capital con los municipios de la Sabana, más aún cuando una cuarta parte de la población que reside en las afueras se traslada diariamente a Bogotá.
Sin embargo, esta clara realidad parece que no la entienden los funcionarios del Distrito. O por lo menos, no les importa. El pomposo discurso de la Bogotá-Región queda en el aire al cortar de un machetazo el proyecto vial más importante del noroccidente de la ciudad. Todo, por una falsa concepción ambiental que se rehúsa a aceptar los avances de la ingeniería moderna.
Además, lo que plantea el Distrito en el POT es una reverenda estupidez. De nada sirve construir la ALO Sur y ALO Centro hasta la 80 si no se hace la ALO Norte, dado que el tráfico que se descongestiona del sur va a desembocar en un embotellamiento de proporciones bíblicas en Engativá.
Como están las cosas, el futuro de esta trascendental vía está en manos del Concejo. Recurrir a estas alturas a un cambio de opinión de la Administración López es perder el tiempo. Ojalá que los cabildantes no sucumban ante la maquinaria oficialista y logren preservar una independencia que garantice el futuro de la conectividad terrestre de Bogotá y los municipios de la Sabana.
@LuisFerCruz12
https://www.losirreverentes.com/, Bogotá, 19 de octubre de 2021.