En su tradicional estilo maniqueísta, el tiranosaurio Petro contaba ese cuento de la tal política de la vida y de la muerte y que él, como único representante de la política de la vida en Colombia pretende acabar con la industria del petróleo cuando sea presidente. ¿Como lo compensamos? Muy fácil, dice Petro: turismo. En una cuenta rápida y al mejor estilo de los planes quinquenales soviéticos, el candidato de la Colombia Humana calcula que la cosa se resuelve trayendo doce millones de turistas extranjeros adicionales a Colombia por año.
Sigámosle la corriente a Petro por un minuto e imaginémonos que está hablando en serio. Para eso partiré de la premisa de que es verdad que esta cantidad de turistas adicionales realmente compensarían en términos económicos los cerca de 200 mil empleos directos que dependen de la industria del petróleo en nuestro país, así como el 12% de los ingresos corrientes de la nación que representa la venta del hidrocarburo y el 5% del PIB generado a lo largo de la cadena productiva de los combustibles fósiles.
Lo primero que hay que decir es que 2019 fue el año récord en términos de turismo extranjero en Colombia, cuando llegaron al país 4,5 millones de viajeros internacionales. Eso quiere decir que, sobre esa base, Petro pretende aumentar el turismo en 267% de un día para otro. ¿Es posible cuadriplicar el turismo de extranjeros en el transcurso de un período presidencial? Si lo es ¿Por qué no se hecho hasta ahora?
A pesar de la discusión que lo anterior suscita, yo quiero concentrarme en un aspecto más sutil de la propuesta de Petro, pero que deja al descubierto de forma más contundente la contradicción que en ella reposa: el impacto ambiental que supone movilizar esos 12 millones de turistas extranjeros adicionales.
Esa cantidad de turistas extranjeros al año significa en promedio 32.900 nuevos viajeros diarios llegando y la misma cantidad saliendo del país. Esos casi 66 mil pasajeros adicionales diarios, si viajan en vuelos de 250 puestos, demandarían un promedio de 264 vuelos diarios adicionales al actual tráfico aéreo colombiano. Para abastecer de combustible esa operación aérea adicional será necesario el consumo de 390 mil barriles de petróleo crudo diario. Ojo: la producción actual de petróleo de Colombia es de 745 mil barriles por día.
En otras palabras: el plan de Petro de acabar con la producción de petróleo en Colombia cuenta con una estrategia de sustitución económica en la que apenas el transporte de los pasajeros ya exige un consumo de combustible equivalente al 52% de la producción nacional que pretende erradicar.
Si el argumento para desmontar la industria del petróleo es reducir el impacto ambiental por la quema de combustibles fósiles, el turismo termina siendo una alternativa bastante contaminante… ¡Ah! y con un veneno adicional: estaremos quemando combustibles importados, fortaleciendo empresas extranjeras y dándole empleo a trabajadores de otros países.