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Alexander Cambero                        

Se iniciaron hace treinta y dos años alzándose en contra de la constitución y leyes de la República. Un grupo de maniáticos sociales deshonraron el uniforme para llenarlo de impudicia. Con la furia que se origina en el rencor acumulado enlutaron a varias familias venezolanas cuando dispararon en contra de sus compañeros. Lo hicieron de manera ruin y cobarde, actuando bajo la oscuridad como para exaltar su espíritu criminal. Una noche escalofriante llena de traiciones y miseria humana propia de sus protagonistas.

Quienes recurrieron al quebrantamiento no podían responder de manera honesta en el devenir de los tiempos. Aquel desgraciado episodio es la tabla fundacional de la actual pesadilla nacional. Irrumpieron contra la institucionalidad. Al no contar con la hombría necesaria para ir por el presidente Carlos Andrés Pérez, un grupo de facinerosos quiso asaltar La Casona, buscando acabar con la vida de la Primera Dama de la época Blanca Rodríguez de Pérez. La apología de los cobardes. Son la escoria protagonizando un hecho absolutamente asqueroso. Una turba de bandoleros fue por lo más sagrado de una nación para ultrajarla a mansalva. Fue el inicio del precipicio.

La llegada de Hugo Chávez hace veinticinco años al poder ha sido de los peores errores de nuestra historia. De templanza pendenciera fue por el estado para saquearlo. La libertad y la democracia fueron desvalijadas por la acción mesiánica de quien se creyó el ungido de las causas libertadoras. Tenía que fusilar a la democracia para luego cremarla en el excremento del diablo. Era el plan preconcebido en la idea de forjar un estado totalitario. Su afán mesiánico aunado a su colosal ignorancia enciclopédica hizo añicos el tesoro nacional. Un truhan se vio de pronto rodeado de riquezas las cuales dilapidó a manos llenas. Novecientos mil millones de dólares fueron sustraídos por la revolución.

Venezuela fue arruinada olímpicamente por un proyecto criminal. Fueron devorándolo absolutamente todo. Los órganos del poder perdieron su autonomía. Las empresas del estado fueron saqueadas. Liquidaron a la industria nacional transformándolas en un cementerio con casi veinte mil fábricas cerradas. Lo que originó el incrementó abrumador del desempleo, su nefasta política económica llevó a la inflación a los niveles más altos del planeta. Los salarios son los más bajos del planeta. Ni siquiera en Haití se gana tan poco. Quebraron al campo hasta llenarlo de desolación y sin cosechas.

En materia política desataron toda una ola de persecución en contra de aquellos que piensan distinto. Bañaron las calles de sangre inocente. Son muchísimos los presos políticos y los desaparecidos. Han auspiciado la violencia hasta buscar aplastar a la disidencia. No existe respeto a los derechos humanos tampoco se ampara al debido proceso. La justicia está en manos de tribunales al servicio del partido de gobierno. La corrupción administrativa es la fuente inspiradora de la tiranía. Han hecho del estado su botín. Son depredadores con unas ansias implacables.

Cada ámbito del poder lo han pervertido hasta convertir a Venezuela en un cadáver. Y como sello indeleble está el aniquilamiento de la libertad. Varios partidos políticos le fueron sustraídos sus símbolos para entregárselos a delincuentes. Son los alacranes que llenan su ponzoña con la miel silvestre del dinero gubernamental. En ese océano putrefacto existe desde un pastor comerciante de la fe, hijo del cinturón con el cual se colgó Judas, hasta empresarios de baja ralea. Sin olvidar a sombríos personajes con las venas llenas de estiércol. Los medios de comunicación están sometidos bajo la lupa de la opresión. Más de quinientas emisoras de radio cerradas por defender la libertad de expresión. Los periódicos intervenidos y sin la posibilidad de salir a la calle. Frente a ello una red comunicacional oficial que vende mentiras a través de una realidad que maquillan. Más de siete millones de venezolanos han huido de la patria. Prefieren correr todos los riesgos que vivir gobernados por una satrapía. Este régimen es el responsable de la dolorosa división familiar.

La revolución venezolana es el péndulo entre el cáncer y el sida. Una auténtica pandemia que acabó con sueños de futuro. Se le atragantó el porvenir entre sus mandíbulas malditas. Han tenido la capacidad de destruirlo todo. Ni siquiera el peor enemigo nacido en el averno pudo hacer más daño que Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Nos toca liberarnos de estos energúmenos con la fuerza democrática del voto, con ese torbellino ciudadano haremos presidente a María Corina Machado.

@alecambero

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