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Alexánder Cambero  

Es un asunto de percepción histórica. La Vicepresidente de Colombia Francia Márquez asume las críticas a su desfachatado accionar en el cargo por su color de piel. Es una funcionaria con un esquema ideológico retrógrado. No se ha enterado que sus ideas fueron vencidas por la racionalidad. Nos quiere llevar a la época de los negros castigados en los campos de algodón de Alabama. La gestión que muestra es de una mediocridad indiscutible. Sus análisis sobre la realidad tienen la motilidad de un profundo odio contra la sociedad. Es un espécimen raro que ha quedado varado en una coyuntura histórica, en donde se tiene que dejar atrás esos arcaicos conceptos.

La representante de los pueblos subyugados del olvidado paisaje colombiano, gasta millones en viajes en helicóptero. Su seguridad triplica a la de Gustavo Petro. Exhibe el dispendio a cada paso que da. ¿Cuántas escuelas fueran sido dotadas de no haber gastado tanto dinero en ciento cuarenta viajes en helicóptero? Ahora viajará a territorio africano con una comitiva de ochenta personas en una agenda desconocida. Su trabajo siempre se mueve en las sombras. Vive espléndidamente disfrutando de los placeres que cuestiona en público. Dentro del Pacto Histórico comienza a recibir severos cuestionamientos. Se sabe que el presidente Gustavo Petro no la soporta. Evita asociarse con ella en sus proyectos.  Trata de ir reduciendo su poder hasta hacerla una pieza decorativa que poco peso tiene en la política.

La vida ´´sabrosa´´ que vaticinó no se observa por ningún lado. La crisis económica del país es algo que viene acentuándose en la medida que crece el descontento. El colombiano es cada vez más pobre. El gobierno de izquierda no satisface las aspiraciones de la gente que los votó buscando un cambio. Es la historia de nunca acabar.

Francia Márquez responde al resentimiento social que lleva en el alma. Cuando la acción es conducida por el odio que destilan viejas frustraciones. El mundo viene cambiando aceleradamente hasta llevarnos a nuevos desafíos. Colombia sufre un traspié al tener un gobierno que tiene la mirada puesta en el pasado.

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