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Daniel Mera Villamizar

Para llegar a la segunda vuelta, la coalición Equipo por Colombia enfrenta dilema.

Una de las decisiones estratégicas más interesantes en esta fase de la campaña presidencial es si los líderes de la coalición Equipo por Colombia admitirán a Óscar Iván Zuluaga en la consulta para escoger su candidato.

El razonamiento para no admitirlo hasta ahora parece tener dos cálculos diferentes: i) resta más que sumar, y ii) podría ganar la consulta. En ambos casos, la explicación es el Centro Democrático: su desprestigio y la disciplina de su electorado fiel, respectivamente.

En un escenario, Equipo por Colombia evita que su consulta sea blanco del anti-uribismo y apuesta a que el volumen de votos el 13 de marzo deje bien parado al ganador, lo que obligaría a Zuluaga a tomar una decisión dura.

La decisión de declinar o dividir los votos de la centroderecha en la primera vuelta. Si sigue, facilitaría que pasen la izquierda y la centroizquierda a la segunda vuelta. Así, dependería de Zuluaga que la centroderecha termine votando por la centroizquierda para atajar a Petro.

Obviamente, lo mejor para Equipo por Colombia en esta hipótesis sería que Zuluaga renunciara ante un buen desempeño de la consulta sin él.

En otro escenario, a la consulta de Equipo por Colombia le va regular: saca un millón o dos millones de votos menos que la de la Coalición de la Esperanza y resulta claro que hizo falta el caudal electoral del Centro Democrático. Igual, pasan a segunda vuelta centroizquierda y Petro.

Aparentemente, el peor escenario para la coalición de centroderecha sería que Zuluaga participara en la consulta, la ganara y el anti-uribismo lo derrotara en primera vuelta. De nuevo, van a segunda vuelta Petro y la centroizquierda.

Normalmente, se diría que el problema de este análisis es que está centrado en el corto plazo. Se puede hacer una coalición para competir dignamente ahora, tal vez ganar, tal vez perder, pero estableciendo bases sólidas de un proyecto político para las elecciones territoriales de 2023 y las nacionales de 2026. Bueno, sí, eso no se acostumbra en Colombia.

El contraargumento es que esta vez el corto plazo lo es todo porque Petro se puede quedar quién sabe cuánto tiempo en el poder. Sin seguridad en la alternación no tendría sentido planear a cuatro años.

Uno creería en la fortaleza de las instituciones colombianas y en que el populismo no tendría mayorías en el Congreso, pero ciertamente es una preocupación válida.

Dado el objetivo de derrotar a Petro, Zuluaga se encuentra con una situación estratégica desfavorable: habría más anti-uribismo que anti-petrismo hoy, pero, sobre todo, el uribismo se volvió minoría (a la defensiva) y el petrismo al parecer supera el 40% (y está con la iniciativa). 

La coalición Equipo por Colombia quiere cabalgar sobre el anti-petrismo y desvirtuar los ataques del anti-uribismo, lo que podría bastarle si no tuviera la competencia de la centroizquierda, que puede cabalgar sobre el temor a Petro y también sobre el anti-uribismo.

En el corto plazo, la decisión con Zuluaga parece un "carisellazo"; y en el mediano plazo sería otra cosa (especialmente si también entra Vargas Lleras), pero -parafraseando a Keynes- algunos creen que "en el mediano plazo todos estaremos muertos".

@DanielMeraV

El Espectador, diciembre 13 de 2021.

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