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Juan Gómez Martínez

Cuando Álvaro Uribe llegó a la Gobernación de Antioquia, después de un apretado resultado electoral con su contrincante Alfonso Núñez, se perfiló como candidato a la presidencia de la República. Asistí a una visita con las directivas de El Tiempo al despacho del gobernador y escuché cuando le dijeron que se tenía que candidatizar para esa alta posición. Desde aquel entonces vieron las capacidades del mandatario.

Llegó a la presidencia y encontró un país acosado por la guerrilla, a pesar de los esfuerzos del presidente Pastrana, que trató de hacer la paz, pero que no quiso entregar el país, como sí lo hizo Juanpa (como le gusta que le digamos).

En aquella época no se podía salir por las carreteras por el acoso de los grupos guerrilleros. La gente prefería quedarse encerrada en sus casas para no exponerse a un secuestro o al saqueo por esos grupos.

No acompañé al candidato Uribe en su campaña, yo estaba con Noemí Sanín. En una reunión con el candidato, futuro presidente, me pidió que lo acompañara en su candidatura, le contesté que no me gustaba la guerra que él proponía. Me contestó que no hablaba de guerra, sino de autoridad, que era de la doctrina nuestra, de los conservadores. No me convenció y seguí con mi candidata. Llegó a la presidencia; yo, al Senado. Empezó a gobernar con autoridad. Implantó las caravanas turísticas, acompañando a los viajeros con el Ejército, para ofrecerles seguridad. Combatió, como debe ser, a la guerrilla y a los paramilitares hasta obligar a estos a entregar las armas. La guerrilla siguió en su accionar ya que el mandatario no aceptaba las propuestas de entrega del país a los subversivos. Combatió el narcotráfico hasta reducir los cultivos notablemente.

Gobernó con autoridad y, desde el principio de su gobierno, me volví el más uribista. Tanto que, en un debate en la Comisión Quinta del Senado, el senador Robledo me dijo: “es que usted con ese uribismo...”. Yo le dije: “yo no soy uribista”. “¿No es uribista?”, me replicó. Le dije: “No, yo soy furibista”.

Yo conocía bien la guerrilla. Tirofijo criticó al presidente Pastrana porque este no aceptó una propuesta suya y, sin embargo, él no aceptaba contrapropuestas del Gobierno. Dijo lo mismo en sentido contrario, que él no aceptaba propuestas del Gobierno. Es decir, sólo aceptaba lo que él proponía y nada del Gobierno. Así fue con el presidente Santos y este sí aceptó todo lo de la guerrilla.

El Plan Colombia del presidente Pastrana fue el comienzo del debilitamiento de la guerrilla. La autoridad y fortaleza del presidente Uribe se convirtió en el principio de la derrota de los grupos guerrilleros. El sucesor de Uribe prefirió un reconocimiento internacional, el Premio Nobel de la Paz, al triunfo de la democracia colombiana y a la tranquilidad de su pueblo.

Por todo eso, ahora soy mucho más furibista. Espero que, en 2022, el votante colombiano piense más en la patria que en unas promesas demagógicas e impracticables, como ofrecen muchos candidatos.

¡Ojo al 2022!

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 09 de septiembre de 2021.

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