José Félix Lafaurie Rivera
José Félix Lafaurie Rivera
Con la firma del Acuerdo 28 sobre el proceso de participación de la sociedad, concluyó otra ronda de diálogos con el ELN y también el punto 1 de la Agenda, cuyo objetivo era el “diseño” de dicho proceso por parte del Comité Nacional de Participación.
José Félix Lafaurie R.
“En tiempo de desolación no hacer mudanza”, enseña ba Ignacio de Loyola a los jesuitas, para señalar que en tiempo de crisis no tomaran decisiones trascendentales, como califiqué en anterior columna las que podría tomar la Mesa de Diálogos con el ELN en la actual ronda.
José Félix Lafaurie Rivera
En la ronda de negociaciones con el ELN que inicia en Caracas, el Consejo Nacional de Participación, CNP, llevará a la Mesa de Diálogos tres entregables previstos en el Acuerdo de Participación en su primera fase: Un modelo de participación, unas recomendaciones y un Plan Nacional de Participación.
José Félix Lafaurie Rivera
A estas alturas no entiendo al ELN, ni su lógica, ni su sordera; pero lo grave es que el ELN no entiende al país, no lo escucha cuando le grita no más secuestros. ¡Ni uno más!
José Félix Lafaurie Rivera
¡Atención!, este es un aviso a las víctimas que no se declararon como tales para tener derecho a la reparación por delitos cometidos contra ellas desde el 1º de enero de 1985.
José Félix Lafaurie R.
Como si no fuera suficiente el primer puesto entre los productores mundiales de cocaína, ya estamos en otro podio, compartido en Latinoamérica con Guatemala, Haití, Honduras y República Dominicana: el de los países donde más de un millón de personas enfrenta inseguridad alimentaria aguda.
José Félix Lafaurie R.
“A un señor Rafael lo están secuestrando”, empezó a aparecer, en la mañana del 15 de abril, en los teléfonos de los ganaderos de los Frentes Solidarios de Seguridad y Paz del norte del Cesar, departamento que implementa con éxito la propuesta de FEDEGÁN para enfrentar la inseguridad, a partir de la solidaridad pacífica y la articulación con las autoridades.
José Félix Lafaurie R.
Entre la historia y la leyenda, España conserva la imagen del Cid ganando una batalla después de muerto, amarrado a su caballo Babieca, porque su presencia era suficiente para motivar a la soldadesca y asustar al enemigo, y su ausencia era riesgo para la derrota.Al mito del Cid llegué reflexionando sobre la política colombiana de las últimas décadas. Comenzando el gobierno de Uribe (2002), el país estaba colapsado; los habitantes de las ciudades secuestrados en ellas y, en el campo, los ganaderos eran asesinados por decenas, secuestrados por centenas y extorsionados por miles.
De ese estado sacó al país Álvaro Uribe, y por eso se convirtió en símbolo para los luchadores por la libertad, pero también en el símbolo por atacar para las guerrillas comunistas, la izquierda democrática y el narcotráfico.
Tan obsesiva persecución, política, mediática y judicial, convirtió a Uribe en un mito, reavivado con la llamada a juicio, que no sorprende después de 12 años de un proceso “jurídico” en lo funcional, aunque “político-vengativo” en sus objetivos, pero sí por las circunstancias de la decisión de la Fiscalía: su “reversazo” tras dos solicitudes de preclusión, el oportunismo del anuncio el día de las víctimas, y la sospecha de ser carnada para una ley de punto final que revuelva inocentes convertidos en culpables con criminales sentados en el Congreso y hasta gestores de paz.