Columnistas Nacionales
Paloma Valencia
Todos estamos cansados del centralismo en Colombia. Cansados de que las decisiones se tomen desde Bogotá sin atender ni a los intereses, ni a las preferencias, ni al concepto de quienes viven en la región. Por eso, muchas veces se ha sugerido convertir a Colombia en un país federalista. Creo que sería un gran error.
Eduardo Mackenzie
El pasado 30 de agosto fue radicado en la Cámara de Representantes un proyecto de ley que pretende “reformar a la Policía Nacional”. Los autores de tal iniciativa militan en una pequeña franja de opinión: la extrema izquierda. La congresista Aída Avella dirige ese grupo en el que aparecen figuras como el concejal bogotano Diego Cancino y los congresistas Inti Asprilla, Ángela María Robledo, Wilson Arias, Katherine Miranda, Juan Carlos Losada y Fabián Díaz.
María del Rosario Guerra
El Congreso de la República dio luz verde a la Ley de Inversión Social que traerá equidad, reducirá la pobreza, apoyará a los más vulnerables, combatirá el desempleo y ayudará a las micro, pequeñas y medianas empresas para que puedan sostener e incluso ampliar su planta de trabajadores.
Indalecio Dangond
Lo peor del cuento, es que, un grueso número de estos congresistas son anónimos para los colombianos y prácticamente vienen a pasear a Bogotá. Les aseguro que, si recogemos una plática y le pagamos a una firma auditora un estudio de evaluación de gestión a los 280 congresistas, más de la mitad se raja.
José Félix Lafaurie
La vereda Cara’e Gato, corregimiento de Bermúdez, municipio de San Jacinto del Cauca, en el sur de Bolívar, que así se llama porque el Río ídem no solo lo baña, sino que lo amenaza, es otro rincón olvidado de nuestra ruralidad, donde sucedió un desastre anunciado: el dique que contenía las aguas del gran río, colapsó y abrió un boquete que inundó toda La Mojana.
Darío Ruiz Gómez
Sabe Stalin cuando todo el poder es suyo, que lo decisivo es la tarea de crear un lenguaje acorde con su proyecto totalitario, que sea capaz de borrar la presencia de la odiada “cultura burguesa” – permítanme que insista en ello porque es lo que nos está sucediendo-, instrumentando brutalmente un lenguaje burocrático en el cual no existe el recuerdo y mucho menos la duda, porque sencillamente ya no hay individuos sino camaradas felices y por lo tanto la Filosofía, que es duda, desgarramiento, está proscrita y la neolengua debe limitarse a perseguir a quienes prefieren la vida a las falsas utopías.