Mario Fernando Prado
Mario Fernando Prado
Quienes se están comiendo el cuento de que el presidente Duque no ha hecho nada por el Valle del Cauca están no solo mal informados, sino haciéndoles el juego a los que buscan su desprestigio con claros intereses políticos en una perversa estrategia maquiavélica.
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En estos momentos de efervescencia y calor, nadie mejor que Federico Gutiérrez para consolidar una sólida alianza que alcanzará la Presidencia de nuestra atribulada Colombia que parecería abocada al caos y a un punto de no retorno.
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De 400 hectáreas invadidas hace más de 15 años, hemos pasado a cerca de 4.000, han sido afectadas más de 10.000 (que es cuando entran reiteradamente a una propiedad) y, lo más grave, se han perdido más de 3.000 puestos de trabajo.
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Las recientes incursiones de la guerrilla en el centro-norte del departamento del Valle del Cauca son cada vez más frecuentes y desalentadoras. Lo mismo sucede en el sur, pero con actores distintos en los límites con el norte del Cauca, donde algunos movimientos indígenas de extrema siguen invadiendo fincas y quemando hectáreas de caña, ante la impotencia de un Estado al que el problema se le salió de las manos.
Mario Fernando Prado
El ataque miserable y cobarde -para decir lo menos- del que fueron víctimas 13 agentes del orden como regalo de Año Nuevo del Eln a nuestra ciudad , ni nos puede ni pasar desapercibido ni menos considerarse como un hecho circunstancial al que se le eche tierrita y se tape.
Mario Fernando Prado
La ciudad de Cali está en alerta naranja por la llegada en los primeros días de diciembre de lo que llaman la temible minga indígena proveniente del departamento del Cauca. Y no les faltan razones a sus habitantes, sobre todo a quienes habitan en el sur de la capital vallecaucana.
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Como suele decirse, “para verdades, el tiempo”. Por eso ya se está esclareciendo que los ataques al transporte masivo de Bogotá y otras ciudades del país —amén del comercio y los sectores bancarios, entre otros— no se realizaron de manera espontánea por grupos de encapuchados que improvisaron su actuar como producto del desespero por no tener trabajo ni oportunidades, sino que se trató de un plan premeditado con unos objetivos específicos y una amplia financiación para que se llevara a feliz término la vandalización que destruyó las estaciones y los buses del Transmilenio y del MIO en la capital del país y en Cali, respectivamente.